HEMAN solo show @ Instituto de Cultura de Baja California
HE MAN
El papel de las mujeres dentro de los esquemas de poder que operan en la sociedad, las relaciones de género y el cuerpo femenino como objeto sexual son preocupaciones recurrentes en la obra de Mely Barragán. Sin embargo, en su última serie, titulada HE MAN, la artista cuestiona sus propias suposiciones sobre estos temas al explorar la imaginería, los clichés y las expectativas culturales creadas alrededor de la figura masculina.
Interesada en los mecanismos sociales y psicológicos que están en juego en la “físico-cultura” —estilo de vida en que impera un compromiso casi filosófico hacia el desarrollo y cuidado del estado físico y la salud— Barragán crea una serie de dibujos sobre papel y muro en los que usa imágenes “retro” de estilizados hombres fornidos. La artista es conocida por sus representaciones femeninas —generalmente presentando mujeres estereotípicas que visten moda de época, maquillaje y cabello oscuro a la Betty Page— las cuales son empatadas con textos o motivos decorativos como flores o diseños abstractos que introducen elementos irónicos o satíricos, para dar pie a mensajes directos o subliminales que complejizan su propia relación a la feminidad.
Así, en HE MAN la artista desarrolla un sujeto fornido que, vistiendo solamente pantalones cortos ajustados, aparece estático mientras realiza una rigurosa rutina atlética. Si bien el héroe forzudo de Barragán —modelado siguiendo las formas del hombre musculoso de mediados del siglo pasado semejante al efímero personaje de caricatura aparecido en 1956, “Mr. Muscle” (“Sr. Músculo”)— también refleja el fenómeno contemporáneo del hombre obsesionado con el ejercicio y la salud que pareciera haber asumido como propia la objetivizacion del cuerpo femenino. “Intento revertir los roles de genero al usar la figura masculina como objeto decorativo”, explica la artista. Con una línea sinuosa, Barragán dibuja los contornos de ese cuerpo ajeno al suyo, sintetizándolo en reducidos trazos sobre el papel o el muro, repitiendo una y otra vez el dibujo que conforma una figura reconocible, si bien abstracta, transformando el ideal masculino en algo semejante a los patrones decorativos del papel tapiz.
Lucía Sanromán, 2010
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